23/09/2019

Benjamin en Capri

alt text
icon

Autor: José

La pasada semana —del 15 al 20 de septiembre— el profesor Fernando Pérez-Borbujo dio su brillante seminario sobre Walter Benjamin, y justo hemos recibido un curioso libro, Adorno en Nápoles. Cómo un paisaje se convierte en filosofía, de Martin Mittelmeier (Paidós), en el que aparece también Walter Benjamin junto a otros intelectuales alemanes.

Adorno en NápolesEn febrero, Taurus publicó Tiempo de magos. La gran década de la filosofía 1919-1929 de Wolfram Eilenberger, que entrevera las vidas y obras de Wittgenstein, Heidegger, Benjamin y Cassirer en un curioso puzzle de lugares e ideas.

Ya hace unos años que desde Alemania nos llegan libros estupendos, muchas veces en forma de fragmentos breves, que hablan de vida cotidiana de artistas y pensadores. Uno de los destacados fue 1913: Un año hace cien años de Florian Illies (Salamandra, 2013), que repasa ese año mes a mes en las vidas de varios autores (Rilke, Kafka, Proust, Jünger, Duchamp y otros muchos, incluso Carl Schmitt). El 13 de noviembre, por ejemplo, apareció en Paris el primer volumen de La Recherche proustiana. Illies nos informa de que Rilke lo leyó el 15 de noviembre y que a Anatole France ya le pareció largo el primer volumen (y eso que aún no habían salido las seis partes restantes, añade). Y que el 20 de ese mes Kafka fue al cine y lloró (como lo cuenta en su diario).

Es estimulante esa tendencia de tomar un año y documentar la pluralidad de acontecimientos ocurridos. Hace unos días, también llegó La república de los soñadores de Volker Weidermann (Arpa), sobre la República Libre de Baviera, noviembre de 1918, Múnich, apoyada por los hermanos Mann, Rilke, Hermann Hesse, un vendaval utópico. Weidermann es también el autor de Ostende. 1936, el verano de la amistad (Alianza, 2015), sobre Stefan Zweig y Joseph Roth en la playa belga cuando Europa se rompía en pedazos.

Walter Benjamin, Theodor Adorno, Nápoles, Capri

Benjamin llega a Capri en abril de 1924, con 600 fichas para concentrarse y escribir finalmente el libro sobre el origen del drama barroco alemán (Trauerspiel). En la primera visita a Nápoles le roban el dinero y los documentos. Durante días observa a una joven extranjera, Asja Lacis, uno de los grandes amores de su vida, que va por la isla con su hija. Finalmente en una tienda de ultramarinos coincide con ella y se ofrece a ayudarla cuando la ve incapaz de decir "almendra" en italiano: la escena acaba con él saliendo de la tienda acarreando la bolsa de almendras, tropezando y esparciéndolas por la plaza. Tanto Mittelmeier como Eilenberger cuentan la anécdota, y éste añade "Hablamos de una persona, en sus propias palabras, incapaz de prepararse una taza de té (de lo cual, por cierto, culpaba a su madre). Benjamin intentaba trabajar de noche en su manuscrito, pero su famosa intolerancia al ruido le hacía captar "el alboroto de las aves de corral allí afuera".

Toda su vida acuciado por problemas económicos, su amigo Kracauer le encarga reseñas para el Frankfurter Zeitung; el editor le envía dinero desde Berlín. En el libro de Mittelmeier aparece un personaje entrañable, Alfred Sohn-Rethel (1899-1990), que en Nápoles observó la “inventividad” para operar con "el afortunado arsenal de lo roto", viendo a gente fabricar nata y café con motores estropeados de barca y motocicleta, o utilizar una bombilla Osram como corona de rayos de la Virgen. Su mítico libro, Das Ideal des Kaputten, al que a menudo ha hecho referencia Agamben, tomó allí su raiz.

La cercanía del Vesubio, Pompeya, las calaveras omnipresentes, la vitalidad italiana, la categoría de la porosidad (de la que hablaron Benjamin y Asja Lacis en su artículo "Nápoles",las postales turísticas del grand tour, las rocas dolomitas, la magnitud telúrica, todo ello conforma el marco ideal para rumiar sobre la alegoría barroca. En el bonito libro de 1926, Calle de dirección única, dedicado a Asja Lacis, muchos aforismos hablan del "calor que está abandonando las cosas".

Con la excusa de Benjamin, y como él escribía en su ensayo sobre el Surrealismo, se dibuja "la mirada dialéctica que percibe lo cotidiano como impenetrable y lo impenetrable como cotidiano", y todos, lectores y no-lectores en ese incierto inicio del siglo XXI, podemos seguir con "la más terrible de las drogas (nosotros mismos), que tomamos en soledad".

Espera... ¿y Adorno? Pues si se descuida ni siquiera sale en el libro que tiene su nombre; en la cubierta han hecho un chiste —malo— visual mezclando su fisionomía con un mafioso, si lo entiendo bien. Prudentes y elegantes as usual, los italianos de Feltrinelli han puesto en la cubierta una foto de Gretel Karplus, la novia y luego mujer de Adorno (la argentina Eterna Cadencia publicó la correspondencia entre Benjamin y ella). También la portada original en alemán era preciosa, pero Paidós ha copiado la portada de la edición en inglés, de Verso Books, que para colmo, aún ni siquiera ha aparecido...

Comparte